LIDERAZGO: El gran desafío


“El liderazgo es como la belleza: difícil de definir pero fácil de apreciar”. Es fácil identificar cuando una empresa está bien dirigida, pues a través de sus resultados y de la actitud de su gente podemos apreciar la calidad de quien la dirige.


 

Para lograr integrar un buen estilo de liderazgo es necesario primero señalar que la autoexpresión libre y total es la esencia misma del líder, partiendo del principio que dice: “El líder es apenas la mitad de sí mismo; la otra mitad es su expresión”.

Así, sabe lo que quiere y por qué lo quiere, y sabe comunicarlo a otros con el fin de lograr su cooperación y apoyo; además, sabe cómo lograr sus objetivos. Su secreto consiste en comprender, en aprender de la vida y de su propia experiencia.

Para poder convertirse en un líder, hay que pasar por un proceso muy similar al de convertirse en un ser humano bien integrado: su carrera profesional es su propia vida. El Líder de Excelencia, a diferencia de otro tipo de líderes y de seres ordinarios y mediocres, es una persona que ha aprovechado mejor cada una de sus experiencias y se encuentra convencido de que el Líder se hace por sí mismo más que por medios externos. Encargarse del propio aprendizaje es hacerse uno mismo responsable de su propia vida, lo cual es un requisito indispensable para llegar a ser una persona bien integrada; el ideal o el impedimento están en nosotros mismos.

¿Quién enseña al león o al oso a vivir? Ellos saben por instinto cuánto necesitan para vivir y simplemente lo hacen. Así el líder debe ir aprendiendo a través de su propia experiencia lo que necesita para lograr ser un excelente líder.

Tener talento de líder no nos garantiza que lograremos la Excelencia en este campo, de la misma forma en que un joven que tiene talento musical no tiene la garantía, por ese simple hecho, de que va a lograr la Excelencia. En ambos casos, hay que hacer que ese talento se desarrolle y se consolide a través del esfuerzo, la preparación y la perseverancia; en otras palabras, hay que pagar la colegiatura de la Excelencia, lo que significa que aun cuando todo el mundo tiene capacidad de Liderazgo, muy pocos están dispuestos a pagar el costo para lograrlo. Para ellos es necesario aprender y capitalizar experiencias propias y ajenas y también desaprender algunas cosas que uno sabe pero que son erróneas.

Los Líderes pueden llevarnos al éxito o al fracaso, a la prosperidad o a la ruina, a las prisiones o a la libertad. La historia de la humanidad es la historia misma de los Líderes de todos los tiempos, y los Líderes que trascienden positivamente son aquellos que han podido concebir y expresar las metas que elevan a la gente por encima de sus mezquinas preocupaciones.

Claro, los líderes de Excelencia no están exentos de peligros; tal vez los corran con mayor riesgo mientras más valiosos sean sus significados. Por ejemplo: Cristo, Gandhi, Martin Luther King y Abraham Lincoln fueron asesinados casi como testimonio del peligro mortal que significa el habernos revelado que podemos ser más grandes, mejores de lo que somos.

Los Líderes de Excelencia son personas que reconocen que el poder radica en los demás, que en sus subordinados está la fuerza para llevar a la empresa al destino que ellos han elegido. El líder es técnicamente capaz; tiene un gran don de gentes que cautiva y entusiasma a sus seguidores; tiene una amplia visión conceptual y carácter muy bien definidos y escucha su voz interior. En síntesis, se expresa por medio de sus obras, concientiza y reflexiona todo lo que hace aprendiendo de los buenos consejeros, y se entrega apasionadamente a un sueño por lograr.

Así como no se puede jugar futbol sin balón o arquero, no podemos funcionar sin Líderes y la calidad de nuestra sociedad depende de la calidad de nuestros Líderes.

Existen tres razones básicas que justifican la presencia de los Líderes en las organizaciones:

1. Son responsables de la productividad; generan riqueza que les asegura su continuidad y desarrollo.

2. Representan la guía a seguir, son el prototipo; marcan la conducta y el estilo que todos deben seguir.

3. Mantienen la integridad corporativa, dan significado al trabajo; llenan un vacío existencial en el campo laboral manteniendo y salvaguardando los objetivos de orden superior y los valores corporativos.

El líder debe poseer una gran visión a largo plazo, visualizando los retos y metas a lograr a corto plazo. Desafortunadamente la mayoría de nuestros empresarios cree que las utilidades financieras son todo, lo único a lograr, y por esta falta de visión han estrangulado su propia organización a mediano plazo.

Finalmente puedo concluir que los líderes de Excelencia renuncian a la idea de ser administradores. Ellos no sólo buscan administrar eficientemente recursos materiales, financieros y humanos, sino que manejan capitales emocionales como son la lealtad, el amor a la camiseta, el optimismo, el compromiso, etcétera, y hacen una clara diferencia entre administrar y dirigir.